A la visión de Fidel se debe la creación, hace 30 años, del Instituto de Biotecnología de las Plantas (IBP), centro adscrito a la Universidad Central «Marta Abreu» de las Villas, y que, por sus extraordinarios resultados, constituye un orgullo para la ciencia cubana.
Fundado el 19 de noviembre de 1992, el centro es líder en Cuba en materia de creación y propagación de semillas de calidad obtenidas por métodos biotecnológicos, además del mejoramiento genético de plantas que contribuyan a la producción sostenible de alimentos.
Un logro incuestionable de la prestigiosa institución villaclareña es la producción de semilla original de papa en sistemas de inmersión temporal, lo cual permitirá, entre otros logros, que en la próxima campaña el país pueda sembrar 150 hectáreas de este tubérculo con simiente totalmente cubana, un importante aporte a la sustitución de importaciones que posibilitará ahorrar al país más de tres millones de dólares.
El doctor en Ciencias Osvaldo Fernández Martínez, director de la prestigiosa institución científica de Villa Clara, recuerda que fue en la década de los 80 del pasado siglo cuando un equipo de trabajo de la Facultad de Ciencias Agropecuarias comenzó a desarrollar protocolos para la propagación in vitro de plantas de interés económico para la nación.
A partir de los resultados obtenidos, en 1987 se creó el primer laboratorio comercial para la propagación masiva de plantas in vitro en el país, base para el surgimiento posterior de la red de biofábricas con que hoy cuenta Cuba, lo cual mostraba nuevos conceptos en las tecnologías para la propagación de plantas, explica el director del IBP.
«Inicialmente se trabajó en cuatro cultivos fundamentales: plátano, bananos, caña de azúcar y papa, proyección que luego se amplió a otros cultivares», señala el doctor Fernández Martínez; quien añade que, ante los logros conseguidos y dado el interés mostrado por el Comandante en Jefe, en 1992 decidió crearse el Instituto de Biotecnología de las Plantas.
CICLO CERRADO: DEL LABORATORIO AL CAMPO
En su relevante actividad científica y tecnológica en la esfera de la biotecnología agrícola, el IBP despliega tres líneas de investigación que resultan claves para la concreción del programa de soberanía alimentaria y nutricional en que hoy está enfrascado el país: mejoramiento genético, propagación de plantas y desarrollo tecnológico.
Según el doctor Osvaldo Fernández, para su concreción, el ibp desarrolla proyectos que combinan las ventajas del cultivo in vitro con otras técnicas como mutagénesis, transgénesis, selección temprana a factores bióticos y abióticos, el uso de marcadores moleculares, la genómica y la bioinformática.
De igual manera, se integran técnicas de propagación de plantas por métodos biotecnológicos con otras más tradicionales, con el objetivo de obtener semillas de alta calidad genética y sanitaria, explica el prestigioso científico, quien añade que también se han desarrollado tecnologías para propagar in vitro diferente especies de plantas mediante organogénesis, lo cual sirvió de base para el salto tecnológico que luego se produjo con la propagación de plátanos y bananos a escala industrial, mediante la embriogénesis somática.
Al referirse al novedoso proceder, el director del Instituto de Biotecnología de las Plantas argumenta que es fruto de más de dos décadas de estudio por parte de los especialistas del centro, del cual no existían referencias de su uso para la producción de plátanos y bananos a escala comercial, cuyos resultados constituyeron uno de los hitos tecnológicos más importantes para la agricultura y la biotecnología vegetal cubana.
«Básicamente, la tecnología registrada consiste en utilizar la pampana (conocida como teta del plátano) para multiplicar las plantas, técnica que permite lograr poblaciones de plantas homogéneas, con mayor vigor vegetativo, alta calidad genética y menor contaminación microbiana; además de incidir en el aumento de la producción y facilitar los procesos de automatización del proceso.
Otra ventaja de la aplicación de la embriogénesis somática es que, además de favorecer el incremento de las ganancias y reducir los costos de producción, en las condiciones climáticas de Cuba, ese método permite la conservación y protección del material vegetal de partida y garantizar, casi de inmediato, la renovación de las plantaciones afectadas ante cualquier daño atmosférico.
Igualmente, de sus laboratorios han surgido variedades de plantas mejoradas genéticamente para mitigar el efecto de las plagas o enfermedades, y adaptarse a determinadas condiciones como las características del suelo o la disponibilidad de agua.
Entre sus disímiles proyectos, el centro también tiene como estrategia la creación de módulos de frutales para entregar a barrios, comunidades y patios familiares, los que incluyen posturas de mamey, mango, limón y aguacate, entre otras, refiere el doctor Osvaldo Fernández, quien explica que también han trabajado la multiplicación de la fresa, plantas ornamentales y la producción in vitro de plantas de piña, varios cultivares de plátanos y bananos, cítricos, sábila y jengibre, entre otros.
En los últimos cinco años algo que distingue a la entidad científica es el crecimiento en las exportaciones de productos y servicios asociados a la biotecnología, por un valor de 370 000 dólares, a razón de 5 270 por cada trabajador del centro, de los cuales unos 28 000 fueron conseguidos en los dos años de la pandemia, lo cual dice mucho de la grandeza de este colectivo.
En su visión de futuro, el instituto, que tiene entre sus méritos haber merecido dos premios de innovación tecnológica, mantiene un programa para la formación de doctores y másteres en Biotecnología vegetal, consolida relaciones comerciales y de intercambio académico con más de 30 países, edita una revista científica y, desde 1993, convoca cada dos años al Simposio Internacional de Biotecnología Vegetal, al que acuden reconocidos especialistas de varias partes del mundo.
Al resumir la labor del centro en estas tres décadas, el avezado especialista no duda en afirmar que el mayor logro de la institución es haber cerrado el ciclo investigación, escalado, producción y comercialización, como había sido soñado en la década de los 90 por el líder histórico de la Revolución.